martes, 28 de febrero de 2012

EL HOMBRECILLO DEL PELO VERDE


Llega, pequeño, joven, con una bolsa de plástico en la mano, que envuelve algo.
Esboza una ligera mueca a modo de saludo sin más y se pone a calentar la comida en el microondas.  Elige una mesa vacía y se sienta.  Luego llega otro más alto, más delgado, con la mirada perdida y una sonrisa agradable.  También trae una bolsa, pero de papel en la que guarda un bocadillo de queso a medio comer.

Se sienta en la misma mesa que el anterior, no existe ni un saludo, ni una conversación que los comunique, ni un detalle que implique que ambos están en la misma oficina, en el mismo Departamento.

De pronto, Javi, el más alto, le dice a Oki, el más pequeño que está viendo un hombrecillo con el pelo verde por la ventana. Ambos se quedan mirando por la ventana para comprobarlo.  El hombrecillo los mira, les saluda, bosteza y se queda mirando como si nada pasara.  De pronto, pasa un avión y el hombrecillo del pelo verde mira hacia el cielo, y señala.
El avión sube y sube hasta perderse en el cielo, no hay ninguna dirección en el cielo.  Solo caminos imaginarios que se cruzan mil veces para dejar pasar a otros mil, diez mil aviones por esas rutas imaginarias, solo descritas en los manuales de aeronáutica. 

Oki se levanta a por un vaso de agua, y se vuelve a sentar, el hombrecillo del pelo verde vuelve a mirar hacia dentro desde la ventana sin mover un solo músculo.  Javi, inquieto, quiere avisar a alguien para que lo echen fuera del recinto: allí no puede estar ese hombre.
Pero Oki cree que no deben hacer nada, solo terminar de comer y volver a sus puestos de trabajo para terminar el día.

El hombrecillo de pelo verde no para de mirar por la ventana, tras el cristal, a ver si alguien le da alguna pista, no sabe en qué planeta está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario