lunes, 25 de junio de 2012

Un partido de fútbol


Un partido de fútbol una tarde cualquiera de domingo. Los hombres se van, las mujeres se quedan. Los hombres si divierten yendo al fútbol en metro para no tener que buscar dónde aparcar, así es más fácil. Se ponen la bufanda, comprar pipas a la entrada y llevan el bocadillo envuelto en papel de plata. Un bocadillo de chorizo con queso. Las mujeres se quedan tranquilas, pensando en que el lavavajillas terminará el ciclo, después de haber recogido; a las mujeres no les apetece salir a la calle, hace frío, el día está lluvioso y acaba de comenzar la liga.  Quedan muchas tardes de domingo iguales. Con muchas horas para pensar, relajarse, meditar, leer o simplemente estar en el salón.  Los hombres gritan, se enfurecen cuando su equipo pierde una opción de gol o tras un regate pierden el balón. Comen su bocadillo a trompicones, en el intermedio, comentan con los vecinos de asiento las opciones, las mejores jugadas, los aciertos mientras se beben una cervecita fría. Las mujeres están calladas, esperando que suceda algo diferente o simplemente esperando que llegue el lunes para volver a empezar la semana: preparar desayunos, comidas y cenas, poner lavadoras, planchar ropa, limpiar el polvo, dar de comer a los hijos, ducharse, arreglarse, ir al trabajo, hacer la compra, quedar con alguna amiga a medio día para ir a ver las rebajas, comprar una colonia, ocuparse de llevar al perro al veterinario, ir al taller a reparar el coche, pagar las multas de tráfico, preparar el borrador de hacienda, comprar flores, llamar a los suegros, felicitar a su nuera por el cumpleaños, preparar una tarta, freír las croquetas, hacer un puré, asar un pollo, cambiar las sábanas, sacudir las alfombras, ir al tinte, ir a la reunión de padres, estar en la reunión de la Comunidad de vecinos para enterarse de cuándo van a arreglar las goteras del cuarto de baño, ir al gimnasio, ir pensando en reservar el hotel para las vacaciones de verano en Málaga que sino nos quedamos sin esa habitación familiar en el hotelito cercano a la playa que permite llevar mascotas, apuntarse a un curso de Aqua Gym, leer los blogs de las amigas, de las conocidas y de las que no conocemos de nada, comprar una tele nueva, cambiar las bombillas de casa, buscar una lámpara nueva para la habitación pequeña, ir a IKEA, buscar lanas para hacer un sueter y una bufanda, llamar a su madre, buscar una camisa blanca en el armario del marido, aprender inglés,…………………¿Hay alguna mujer que prefiera cambiar todo esto para poder ir un domingo cualquiera a un partido de fútbol?

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