miércoles, 11 de julio de 2012

¿Por qué amo Londres?


¿Por qué amo Londres?


Llegué a Londres una tarde de sábado de enero. Llovía (la lluvia me encanta) y estaba muy nublado en los alrededores del aeropuerto de Gatwick. Aunque me vinieron a buscar, no me quedé muy bien con el camino para ir a la ciudad. Solo me miré por la ventana para ver el campo verde que rodeaba la zona (el campo inglés es una gozada).  Llegamos en poco más de media hora a la zona de Swiss Cottage (precioso barrio en línea de Metro Jubilee)  donde mis amigos tenían el apartamento que se acababan de comprar y donde me habían invitado a pasar mi primer fin de semana de estancia ya que tenía reservado a partir del segundo lunes de enero,  un “bed-sit”, es decir una habitación con derecho a cocina y baño en una casa privada. Mis amigos me llevaron a cenar esa noche al Soho (barrio chino muy cerca de Picadilly Circus) y luego estuvimos dando vueltas por la zona de la City y un poco por Regent Street y Oxford Street para hacerme una idea de la ciudad. Había mucha gente en la calle, salvo en la zona de la City que estba totalmente vacía y fantasmal. Me gustó mucho Leicester Square por la noche y me encantó el restaurante chino al que fuimos en la calle Wardour donde probé el “crispy duck” (pato crujiente, simplemente delicioso.

Al día siguiente era domingo y aunque hacía mucho frío, fuimos a Golders Green, norte de Londres donde hay una zona de grandes almacenes para comprar cosas para la casa nueva. Mis amigos compraron cortinas, pintura, brochas; yo miraba las estanterías y pensaba si algún día compraría algo así para una casa de mi propiedad. Sí, lo hice muchos años después en el Leroy Merlin y en el IKEA de Madrid y la sensación fue como revivir aquella visita a Golders Green.

Comimos en un restaurante hindú cerca a la estación Victoria y pasamos la tarde dando una vuelta por Mayfair y Belgravia, por Chelsea – (Sloane Square y llegamos andando hasta Harrods). La cantidad de parques que ví fue inmensa.

Con el paso del tiempo, fui conociendo a fondo Hyde Park, Regent’s Park y el Zoo, Green Park y sobre todo mi parque favorito que es Saint James Park, cerca del Palacio de Buckingham.  En ese parque hay pequeños lagos con patos, huele a sal, a lluvia y las nubes son de color violeta.

La mañana que llegué a mis nuevos aposentos en Maida Vale pensé que era las 9 de la mañana pero era las 7. Recogí mi maleta y mi abrigo y mis amigos me depositaron en la nueva dirección, pasando por St. John’s Wood.
La casa era grande, muy inglesa, ventilada, con una cocina espaciosa y equipada con todo lo necesario para cocinar. El cuarto de baño precioso, muy coqueto, con una bañera blanca con patas de león y con jabones con olor a lavanda.
Mi habitación era grande con una mesilla de noche, una lamparita amarilla, cortinas y cubrecama amarilla y una alfombra blanca. Parecía la habaitación de una casa campestre inglesa.  Los dueños, un matrimonio formado por un inglés y una española me parecieron muy educados y discretos.

Una de las cosas que más me gustaron de Londres era la sensación de que la reina Victoria todavía se pasea en su calesa por las calles; que toda la recuerda. También me impresionó mucho que se conservan intocables, todo lo que recuerda a Charles Dickens.

Descubrí que se puede ir andando por la orilla del río Támesis desde la Torre de Londres hasta el Big Ben y que por lo general el césped es diferente y que hay muchísimas flores durante todo el año en las ventanas de las casas. También descubrí que desde la segunda planta de los autobuses, si te colocas en la primera fila, se puede ver un estupendo paisaje de la ciudad y es emocionante. Se aprende mucho de la ciudad de esa forma, pero como más aprendí de la ciudad fue andando, que esla mejor manera de conocer una ciudad de verdad.

Como trabajaba en una empresa importadora durante el día, por la noche me apunté a clases variadas ya que había un sistema de clases nocturnas para los vecinos de la zona. En una de esas clases coincidí con una chica que era de la Isla de Tonga y nos propusimos conocer el Museo Británico. Me quedé sin habla. Nunca me imaginé que hubiera en un mismo lugar tanta belleza junta de tantos lugares diferentes y de todos los tiempos. Volví muchísimas veces sola, acompañada, con amigos, con mi hermana, con mis primos y siempre que voy a Londres no dejo de pasar aunque solo sea para ver la primera planta o comprar una postal o algún recuerdo.

Otra cosa que me gustó mucho de Londres fue la libertad. Puedes encontrar todo lo que te gusta, disfrutar de lo que prefieres, desechar lo que no quieres, elegir tus amigos, tu comida, tu ropa y hasta tu zona para vivir sin que nada ni nadie influya en ello. Nadie te cuestiona, nadie te pregunta ni de donde eres, ni a donde vas. Da igual si estudias Arqueología o Cerámica, Taquigrafía o Alemán. Solo cuenta tu decisión y nada más. Hay mucho respeto y educación y nadie pasa más allá de la barrera de la atmósfera personal que cada uno tenemos. No creo que me haya sentido mejor en ningún otro lugar,


Me encanta la calle Picadilly: es elegante, es amplia, es luminosa, es especial.
Me encanta la Catedral de Saint Paul, llena de misterios.
Me encanta Portobello Road y su mercadillo porque están es llenos de vida y sorpresas.
Me encanta la calle Cadogan creo que es la más bella del mundo, en el barrio de Chelsea.
Me encanta King´s Road porque en los 80 seguía siendo “la calle” de lo último de la moda.
Me encanta tomar el té en Fortnum & Masons aunque es un poco caro.
Me encanta el fish and chips.
Me encanta la estación Victoria.
Me encanta un pequeño restaurante indio en Vauxhal Bridge Road.
Me encanta el pub The Albert en la calle Victoria.

Sencillamente amo Londres.

Kiara.

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